“«¡Oh, Israel! —dice el Señor—, si quisieras, podrías volver a mí.” Jeremías‬ ‭4:1‬ ‭NTV‬‬

Cualquier batalla se pierde o se gana primero en los lugares secretos de Dios, no en lo exterior. El Espíritu Santo me atrae y me obliga a estar a solas con Dios y pelear la batalla ante El. Hasta no hacer esto, pierdo cada vez. La batalla puede tomar un minuto o un año, eso dependerá de mí, no de Dios; pero debo pelearla a solas ante Dios. Nada tiene poder sobre un hombre que ha peleado una batalla delante de Dios y la ha ganado allí.  

Si digo: «voy a esperar hasta conocer bien las circunstancias y entonces voy a traerlas delante de Dios», me voy a dar cuenta que no puedo. Primero debo resolver mis asuntos entre Dios y yo en los lugares secretos de mi alma donde no hay intermediarios, y hasta entonces, puedo avanzar con la certeza de que la batalla fue ganada. La razón por las que las batallas se pierden es porque trato de ganarlas externamente primero. Ve a solas con Dios, pelea delante de Él, y resuelve tus asuntos allí primero, de una vez por todas. 

De vez en cuando en nuestras vidas, Dios nos trae a un punto de climax. Una bifurcación en el camino. En ese momento encaramos una gran decisión. Podemos elegir una vida Cristiana más diluida y sin profundidad, o bien, podemos cada vez más perseguir la gloria de Dios, dando lo mejor de nosotros por la excelencia de El. 

Extraído de: My Utmost for His Highest (Oswald Chambers).

 

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