«Cuando hayas comido hasta quedar satisfecho, asegúrate de alabar al SEÑOR tu Dios por la buena tierra que te ha dado. Sin embargo, ¡ese es el momento cuando debes tener mucho cuidado! En tu abundancia, ten cuidado de no olvidar al SEÑOR tu Dios al desobedecer los mandatos, las ordenanzas y los decretos que te entrego hoy.» (‭Deuteronomio‬ ‭8‬:‭10-11‬ NTV)

Es curioso el ciclo que usualmente sucede en nuestra relación con Dios. Cuando las cosas van bien tendemos a alejarnos de Dios, pero cuando las cosas se empiezan a poner difíciles, reactivamos nuestra vida de oración y nos acercamos a Dios. Se ve feo, pero es casi como estar con Dios solo por interés.

A lo largo de la Biblia Dios manifiesta su deseo de acercarse a nosotros y compartir una relación de amor verdadero.  Pero somos nosotros los que materializamos esa relación y la traducimos a cosas que podemos ver o tocar.

El beneficio real de una relación con Dios no está en las cosas que puedo o no obtener de ella, sino en despertar al hecho que al tener Su amor, ya lo tengo todo.

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